lunes, 13 de febrero de 2012

Coparmex San Cristóbal

Señal Coparmex 115 – Lic. Gerardo Gutiérrez Candiani
Deber ser del próximo Presidente
13 - Febrero - 2012

En los hechos, las campañas electorales federales ya han comenzado, una vez definidas las candidaturas presidenciales de los tres principales partidos.

La clase política está volcada en actividades de proselitismo o buscando su lugar en el próximo sexenio. Los ciudadanos debemos hacer nuestra parte, comenzando por conocer, analizar y ponderar las opciones disponibles, desde ahora.

Las plataformas y programas de gobierno son fundamentales, pero hay que evaluar el perfil y la capacidad de los candidatos para hacer efectivo lo que ofrecen. Diseñar planes y posicionarlos es sólo el inicio; lo difícil es llevarlos a cabo y rendir cuentas. Los mexicanos estamos cansados de promesas incumplidas.

En esta oportunidad, queremos concentrarnos en los atributos que debe tener quien ocupe el puesto público de mayor importancia para la nación.

No basta con la imagen que se intenta vender a través de spots, discursos o rumores. Partamos de un ideal que embone con lo que demanda la compleja coyuntura que vive el país y los desafíos que se presentan, para contrastarlo con la oferta disponible.

Los antecedentes y el perfil psicológico, técnico, cognitivo y emocional de un Presidente; su estilo de liderazgo y capacidad de interlocución, de influir y sumar voluntades; todo ello es asunto de interés público e inclusive de seguridad nacional.

Hoy, México necesita un presidente reformador, pero no sólo como promotor de los cambios que urgen, sino un ejecutor de los mismos, dispuesto a superar, en el ámbito de sus competencias y facultades, todas las resistencias y dificultades que implica una transformación.

Requerimos un gobernante independiente, que no tenga ataduras con ningún grupo de poder político o económico, que limiten su capacidad de incidir en pro del bien común.

Alguien que a partir del 1º de diciembre, deje a un lado, por seis años, su filiación partidista. Un liderazgo capaz de encauzar el anhelo de progreso, conciliando, privilegiando las coincidencias. Que recoja la agenda ciudadana y la haga suya, trazando un rumbo claro, viable e incluyente; fijando objetivos nacionales, con metas cuantificables y responsabilidades claramente asignadas y asumidas.

Identifiquemos a la persona con más talento para integrar, motivar y alcanzar resultados. Se necesita alguien con gran habilidad de negociación, apertura y disposición al diálogo; que sepa convencer a aliados y adversarios.

En el próximo sexenio, para remontar el estancamiento que vive el país en muchas áreas, y en especial en la política, la capacidad de consensuar será tan importante como la determinación y firmeza para no claudicar con el deber, ni los compromisos asumidos. Para enfrentar los intereses creados, chantajes, amenazas y riesgos que se interponen en todo proceso de cambio.

Se necesita un líder que no se eche para atrás ante la primera dificultad o amago de grupos de presión, cuando se trabaja, con legitimidad y legalidad, por la prosperidad, la estabilidad y la seguridad de la patria. Un mandatario que se arriesgue por el futuro, con responsabilidad, hablándole claro a la sociedad de los retos y obstáculos, pero también de lo que todos podemos ganar. Sólo así podrá ser un catalizador para desbloquear reformas indispensables, como la política, laboral, hacendaria, educativa y energética.

Busquemos garantías de honestidad e integridad. Alguien comprometido al 100% con el Estado de derecho y el combate a la corrupción y la impunidad. El convencimiento, el compromiso y la voluntad para que no haya discrecionalidad en la aplicación de la ley.

Pretender lograr la seguridad y el orden pactando o tolerando de forma dosificada a la delincuencia, es éticamente inaceptable y una salida falsa, que arruinaría al país. Quien llegue al poder -sea Vázquez Mota, López Obrador o Peña Nieto- tendrá que hacer ajustes a la estrategia en la lucha contra el crimen; lo inadmisible es la claudicación: dejar a las familias, las instituciones y las empresas a merced de la delincuencia.

El país necesita un gobernante con sentido de equidad  y justicia. Que su conducta ética, prudencia y sensibilidad a las necesidades del pueblo, le permitan ponerse en el lugar de los ciudadanos, con un gobierno austero, acorde a la situación económica de millones de mexicanos.

Un líder nacional que no permita que el poder, la adulación o la interrelación estrecha que necesariamente tendrá con la élites y su círculo más cercano de colaboradores, asesores y lealtades, lo ofusquen o lo lleven a un distanciamiento de las necesidades y propuestas del ciudadano común.

El máximo dirigente de los mexicanos debe ser capaz de integrar un equipo con las mujeres y hombres de mayor talento, conocimientos y capacidad de interlocución en el área a su cargo. La filiación partidista, ni los compromisos,  pueden ser el factor determinante, cuando se necesitan coaliciones que ayuden a romper inercias y desencuentros.

Otro requisito es la tolerancia: México es un país plural y diverso. Hay que promover los intereses de la mayoría, respetando los derechos de las minorías.
Debemos evaluar las competencias intelectuales: la proactividad, la inteligencia, la creatividad, una compresión amplia de la realidad del país y del mundo. Capacidad de abstracción, objetividad, juicio práctico, la virtud de la observación. Atributos que contribuyan a fortalecer la institución presidencial, manteniéndola cerca de los ciudadanos.

En la política mexicana hace mucha falta el ejercicio de la transparencia, la rendición de cuentas y la autocrítica. Qué mejor, que el próximo presidente o presidenta sea capaz y esté dispuesto para hacer de esto una práctica habitual, que se extienda.

Necesitamos un líder nacional emprendedor en todos los sentidos, incluyendo la renovación de usos y costumbres de la clase política, que la han distanciado de la sociedad, con un enorme nivel de desconfianza y falta de prestigio.

Hoy, en todo el país, aspirantes a todo tipo de puestos están haciendo grandes promesas, sin decir de dónde saldrán los recursos ni cómo superarán los obstáculos para lograrlo.

En estos momentos, la participación ciudadana informada y reflexiva es esencial para que sean los mejores hombres y mujeres disponibles los que gobiernen. Gente capaz de renovar el ánimo y la voluntad nacional; con visión y vocación de futuro, y con realismo. Tenemos que tomárnoslo muy en serio. Seis años es mucho tiempo. Votemos por los mejores.

Un Saludo Afectuoso.

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